viernes, 25 de febrero de 2011

Tenía la creencia de que el amor habría de llegar de golpe, entre grandes destellos y fulgores, a modo de huracán de los cielos que cae sobre la vida, la trastorna, amasa la voluntad como hoja al viento y arrastra el corazón hasta hundirlo en los abismos. Lo que no sabía es que la lluvia, cuando los canalones están atrancados, va formando charcos grandes en las azoteas de las casa. Y así hubiera seguido tan tranquila en su inopia a no ser porque un día, inopinadamente, descubrió una grieta en la pared.

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